Harry y Teddy van a Diagon de compras.
Sirius pasa por sus habitaciones antes de volver a clases.
Se le atora el aliento y sus ojos se llenan de lágrimas, porque frente a él esta Severus… pero no es el Severus que él conoce.
Fred y George no tienen razones para ser ellos.
James ha perdido el partido de Quidditch, Remus quiere su atención de vuelta.
Se sentía orgulloso de pasear por las calles empedradas usando su collar, siendo paseado por su Amo.
Harry siempre supo que eso estaba mal, no se suponía que un adolescente sintiera deseo por su padrino, pero tampoco se suponía que un adulto quisiera follarse a su ahijado.
"—Normalmente mis mortífagos miran al suelo, Harry. Como si el hombre hubiera presionado el gatillo el Gryffindor levantó su rostro, lanzándole una mirada furiosa. —Yo no soy como tus perros."
—No te vas a correr mientras me la chupas… —Sí, Señor.
Sirius sabe que tiene que ser castigado. [Esta historia participa en Leather Valentine]
Lord Voldemort está a dieta.
Es en ese momento en que Draco levanta su mirada y sus ojos se encuentran con los de Severus.
Tom no puede dejar de observar a Harry retorciéndose en la cama, gimiendo de placer incontrolable, mientras es penetrado de forma rápida y dura.
El fuego en la chimenea estaba encendido a la espera de que Zander cruzara desde Malfoy Manor.
Regulus se rompería bajo el peso de las expectativas.
No estaba loco. No era un controlador. Harry, de hecho, sí le pertenecía. Estaban destinados a ser uno.
"Harry... Hoy dormirás en mi cama, necesitamos estar juntos mientras podamos..."
Viktor regresa después de la guerra.
—Eres simplemente perfecto… —le susurró el mayor en el oído.
Ese era, claramente, el final.