Tifón no podía evitar que escalofríos recorriesen su columna vertebral cada vez que pensaba que, de vez en cuando, el piromante le abría la puerta a su pasado; cada vez que pensaba que, cuantas más veces se abriese esa puerta, más oportunidades tendría de controlarle a su antojo.
Ese edificio no estaba construido para albergar la felicidad, ni siquiera las habitaciones bajas que estaban llenas de luz, solo era lugar para mentes atormentadas y almas sin un lugar adonde ir.