Hasta que la muerte los separe

Ahí estaba Tae Shimura. Con un vestido de encaje rojo cuyo escote era un escándalo. Y aunque estaba furiosa, lucía más afligida que enojada. Gintoki solo atinó a rascarse, aletargado, la cabeza, como si todavía no entendiera las razones que tenía para estar en su habitación personal, gritando como una loca. Ella quiso llorar, pero solo se mordió los labios, conteniéndose a tiempo.