Summary
—¡No se preocupe, porque yo, Yamamoto Taketora, he encontrado la solución perfecta, Kuroo-san! —¿Y precisamente a qué?—inquirió el azabache, temiendo lo peor. —¡Por supuesto que a su problemita!—. Kuroo tragó saliva. Kenma, desentendido, cuestionó en voz baja:— ¿Cuál problema...? —¡Es que Kuroo-san no la puede...!—. Se suponía que el periodo de impotencia de Kuroo era un secreto.