Ahí estaba el jodido mensaje… Y efectivamente se lo había enviado a Suigetsu. Maldita la hora en que ese perro baboso había sido nombrado y su inicial coincidía con la de cierto azabache apretado. ¡Maldita la puta hora en que no se fijó bien en el receptor! Contiene tintes sexuales.
Hizashi despertó aquella mañana y al sentarse en la cama, se percató de una sensación extraña que le pesaba en los hombros. Porque duele saber que eso que más adoras, ha sido encerrado. Y duele más saber el daño al que estará atado.