Severus ha recibido la carta de Hogwarts y se ha dado cuenta de que no está tan feliz como imaginaba. Tiene que aprender que las cosas no son ni blancas ni negras, sino grises.

Zacharias sabe mejor que nadie lo crueles que pueden llegar a ser los niños, por eso nunca jamás confiará en nadie.

Después de la guerra todo cambia. Las máscaras se caen y tanto las cualidades como los defectos se ven resaltados.

Jack no está de humor y encima el idiota de Peakes tiene que venir a molestarle. Y todo por culpa del quidditch.

Aunque tuviesen sus diferencias, aunque no tuviesen ni una sola gota de la misma sangre, aunque se hubiesen distanciado siempre se querrían.

Habían torturado a mucha gente, pero esa era LA tortura, porque torturar a Frank y Alice Longbottom era algo que no pasaba todos los días.

Su vida se marchita cuando llega el otoño, Michael no puede hacer nada para impedirlo.

Grantaire sabe que Enjolras le odia y que sufriría menos si se olvidase de él, Enjolras sabe que quizá sería mejor admitir lo que siente, pero ninguno de los dos es capaz de hacerlo.

La primera vez que lo ve está rodeado de borrachos, intentando no preocupar a sus amigos y aguantando las ganas de vomitar. Si no hubiese sido por su voz, o quizá por lo bien que sonaba todo en su guitarra, probablemente no hubiese soportado esa noche.

Si Prouvaire sabe con certeza algo, es que el amor no puede ser definido con exactitud.

Grantaire solo necesita creer, Enjolras, encontrarse. Y para conseguirlo se necesitan el uno al otro. AU.

A veces se pregunta qué es Combeferre para él. Otras, cuando lo tiene completamente claro, se pregunta qué son Combeferre y él. AU.

Más allá de la vida no está el cielo o el paraíso, al menos no para ellos, pero solo con ayuda de Enjolras se da cuenta de lo que es realmente ese lugar.

Es algo sabido por todos que los opuestos se atraen, que los extremos se tocan y que Enjolras y Grantaire dependían el uno del otro.

Haru está vivo, lo suficientemente vivo como para que la ausencia de Rin le duela, pero también está muerto, lo suficientemente muerto como para que el dolor no importe.

Tifón no podía evitar que escalofríos recorriesen su columna vertebral cada vez que pensaba que, de vez en cuando, el piromante le abría la puerta a su pasado; cada vez que pensaba que, cuantas más veces se abriese esa puerta, más oportunidades tendría de controlarle a su antojo.

Momo era muchas cosas, no todas ellas buenas, pero todas, sin excepción alguna, dejaron marca en los de su alrededor. Ahora que ya no es ninguna de ellas, solo hay vacío.

Un camino está formado por recuerdos, por vivencias y por sueños, se construye a base de pasos. Está formado por muchos tramos, demasiados como para que merezca la pena nombrarlos todos; por eso Rin prefiere resumir todo eso en que un camino se construye gracias a la unión del pasado, el presente y el futuro. Y, por algún capricho del destino, Haru está presente en todos ellos.

Aiichiro Nitori sabe mejor que nadie lo difícil que es convivir con Momo, pero aún más difícil que eso, es aprender a convivir con sus sentimientos.

Nagisa ha aprendido que las estrellas siempre están ahí para darle ánimos aunque él no sea capaz de verlas. También sabe que hay algo que, a su parecer, brilla más que las estrellas, por eso odia cuando los ojos de Makoto se ven inundados por el miedo y dejan de brillar.