Era la víspera de Navidad, la noche había caído sobre Londres y en una de sus calles, bajo la tenue luz de un farol, una chica con ropas humildes y mirada triste, intentaba vender un par de Nochebuenas.
¿Es cierto que sólo te casaste conmigo para poder seguir trabajando en el Ministerio de Magia? -preguntó Hermione con el rostro lleno de lágrimas. Harry sintió los ojos de Hermione fijos en él, unos ojos que buscaban desesperadamente una respuesta. ¿Es cierto? –volvió a preguntar la chica con el alma en un hilo, deseando escuchar de su esposo que sólo por amor estaba con ella.
¿Te vas a casar? -preguntó Harry a Hermione, sintiendo en el pecho algo similar a la espada de Godric Gryffindor atravesando su corazón. Ella asintió con una sonrisa. ¿Con quién? -preguntó Harry sin poder creer aquella noticia... Él la amaba desde hace mucho tiempo y no quería perderla.
En vez de prestar atención a la clase de Snape, Harry tenía los ojos clavados en Hermione, haciendo que ella esquivara sus miradas insistentes. Aun así, Hermione no podía evitar ponerse roja, sentirse nerviosa o volverse torpe... Cada que volvía la cara, se encontraba con un par de ojos verdes que la miraban como si fuera lo más importante del mundo.
¿Acaso Dumbledore no te ha enseñado nada sobre maldiciones? -se burló Voldemort de Harry-. Te lo voy a explicar. A partir de hoy la vida de la sangre sucia depende de ti... Gracias a la maldición que acabo de lanzarle, tu querida sangre sucia no puede estar cerca de ti. Cualquier tipo de contacto físico y ella muere.
Hermione soltó un suspiro y miró a Harry como si fuera un caso perdido: ¡Harry James Potter, de todos los bichos raros que hay en este colegio, tú eres el peor de todos! Él no se atrevió a negarlo... Lo que Hermione no sabía era que dentro muy poco tiempo, ese bicho raro comenzaría a ocupar todos sus pensamientos.
¡No eres ningún caballero, Harry Potter! -exclamó Hermione con el rubor cubriéndole la cara. - Nunca dije que lo fuera, pero no me preocupo por eso, es obvio que los caballeros no te atraen -replicó el ojiverde.
¿Qué es lo que quieres, Malfoy? -preguntó Ginny, observando una bolsa llena de galeones. Quiero a Hermione Granger, ella es la única que puede ayudarme -dijo Draco, ofreciendo el dinero. ¿Quieres una sanadora de cabecera? –preguntó Ginny, mordazmente. ¿Quieres separar a Potter de Granger? -preguntó Draco, levantando la ceja.