Thorne lo había estado observando en silencio, lo había visto cada que Armand huía de las multitudes y salía a los balcones o miraba a través de las ventanas abrazándose a sí mismo, anhelando, esperando el momento en que superara su miedo a la muerte y tuviera el coraje de enterrarse así mismo.
Este era un nuevo poder que el mismo Will había llegado a respetar y admirar. —¿A caso no era maravilloso e idílico?— Que un hijo de Hades poseyera tal pureza de alma y nobleza de corazón. Que escuchara sus historias y les concediera redención debía conmover al mismísimo Thanatos aunque la consecuencia de estos actos recaía sobre su cuerpo.