Tras dos años de cierta tranquilidad bajo el cuerpo rejuvenecido de Haibara, la oportunidad de volver a sus cuerpos originales, se hace real con la sorpresa del antídoto definitivo. Y cuando Gin aparece con su beretta, ninguno de los dos es la misma persona del pasado y aparte del odio, hay muchas emociones que parecen siendo las mismas.
“Anclarse en el pasado no sirve de nada.” Dijo Shiho. Kudo la miró sintiendo como parte de su dolor florecía. “No tiene nada de malo recordar.” Se defendió. “Sí lo tiene si te hace daño.”
“Entonces…¿Crees que podría tener una oportunidad con ella?” Le preguntó siguiendo la sintonía de la conversación, notando como su corazón no se calmaba, entrelazando sus dedos con los suyos. “¿Crees que me dejaría quererla?”
Cuando cree que lo tiene todo planeado, seguro de que nada ni nadie puede cambiar su corazón o futuro, aparece un improvisto con el que no había contado. Con nombre y apellido. Él sabe que es un error, pero no puede pedirle a sus labios que paren. Ella siente culpa, pero sabe que solo es un sueño que acabará pronto. Y acaba. Pero no sin dejar una marca irreparable.