Así pues, se les quedó mirando atentamente. ¡Estaba convencida de que había algo! (leve TobiDei, pre-slash ItaSaso y ligerísimo SasoDei)
Levantó la mano hasta su cabeza, formando con los dedos una pistola y poniéndola en su sien. "¡Bang!" Formaron sus labios, sin pronunciar nada.
Lo siento, Jean, pero no es algo que pueda hacerte llegar gritando o escribiendo en un papel.
Lo primero que Itachi veía al entrar en su habitación era aquel biombo, cuya imagen plasmada era la de un sueño congelado en el tiempo y en su memoria. Un sueño que trae consigo una desgracia y una promesa. "Tú y yo estaremos juntos para siempre, Sasori. Ya sea en esta u otra vida".
¿No sería genial que la tecnología y la medicina devolvieran la vida a los que mueren, aunque sea el tiempo suficiente para arreglar sus asuntos pendientes o despedirse de los que amaron?
William Shakespeare escribió en un soneto: Tan necio es mi amor, que tus caprichos acepta dócilmente aunque lo hieras [1]. Realmente, lo que siento por Sasori, es más bien patético y confirma mis recientes sospechas de que soy un masoquista sin remedio.
[Reto KnB: La Rebelión de los Ukes]. "Y algún día, cuando la tiranía de mi padre termine, sabrán que Midorima siempre ha sido y será mío"
—¿Quién te lo dijo? —Preguntó con voz débil. Ni se sentía enojado ni tampoco con ganas de patear al "chismoso"; únicamente se sentía cansado y… aliviado. ¡Por Dios! Al fin su secreto salía a la luz y ahora tan solo quedaba el final de su amistad…, eso lo entristecía, pero, había algo en la forma en que su corazón se relajó: No más secretos ni dolores. Solamente el final.
Sasori sintió que le caía encima una piedra. Bueno, veinticuatro centímetros era una distancia corta, pero tenía toda su dignidad como seme.
Alec asintió. Magnus siempre imaginaría que le estaba dando la razón, pero lo cierto es que Alec, ya sin fuerzas para hablar, realmente quería decirle que verlo una vez más, aunque no pudiera oírlo…, habría valido la muerte. Habría valido su alma.
Fue entonces que lo escuchó y abrió los ojos violentamente. Se enderezó y fijó la atención en el pasillo, agudizando el oído para asegurarse de que no era producto de su imaginación; el corazón paró en seco, suspendiéndose en el vacío y volvió a golpearlo con una fuerza sobrecogedora que le hizo perder el aliento.
"—Te equivocas —susurró el moreno—. Eres un monstruo. Porque mi corazón es tuyo y tu corazón es mío. Sólo te amas a ti mismo."
De pronto, hay un kunai en su mano libre. Apunta hacia su pecho, justo donde está el corazón.