La Muerte, siendo tan caprichosa, tiende a tomarse muy en serio sus reglas de juego. Y para seguir huyendo de su destino, Sirius, quien nunca debió haber vuelto, tendrá que enfrentarse a un peón que busca hacer cumplir La Ley de la Muerte a toda costa.

La decencia antes que la villanía, se decía a sí mismo. Esta vez, ningún tonto muggle lo iba a sacar de sus dominios, porque ¡esa roca era de él!

Una leyenda no nace, se hace. Y él, habiendo sido tan pequeño, testarudo y con la nariz perpetuamente sucia, aún le costaba verse como ese gran soberano que todos ahí recordaban como El niño que Sobrevivió.

Ese día iba a ser especial. Sólo él, su papá y Teddy ¡Nada, ni nadie, podía arruinarlo! ¡Porque era perfecto, caray! Entonces, ¿qué rayos tenían que hacer en ese lugar? James quería jugar Quidditch, no tener que alejarse de las "conversaciones de adultos" con ese niño odioso y presumido

Antes, cuando estabas conmigo, no podía mirarte a los ojos. Tú eres como un ángel, y tu piel me hace llorar. Porque flotas como una pluma, y en un mundo hermoso yo desearía ser así de especial. Tan especial como tú… Pero no lo soy.

En su primer día, James va a convertirse en el más grande y genial mago que alguna vez pisó Hogwarts. Hombre, porque nadie puede pasar de largo luego de decirle Niñito Torpe e Inútil. ¡No señor! De ahora en adelante, su meta sería restregarle en la cara a aquel idiota su magnanimidad...aunque le costara pronunciar la palabra.

En un día aburrido, hasta las cosas más insólitas pueden suceder. Y los del piso de Seguridad Mágica del Ministerio han visto cosas. Muchas cosas. Y la mayoría no es lo que uno cree que se pueda ver en el Departamento de Aurores.

―Las chicas son como los Snorlacks de Cuernos Arrugados ―respondió Lysander con expresión oriunda, a la vez que con una risueña sonrisa. Quizás ella jamás lo entendiera, pero ahí estaba el quid de la cuestión y él tenía algo importante que hacer primero como para poder explicarlo.

La llegada de un momento tan ansiado, acarrea inesperadas consecuencias. Una lechuza retrasada puede dar cuenta de ello.

Ella lo amaba, si tal cursi afirmación pudiera conceptualizar sus sentimientos. Entonces ¿por qué era tan difícil para él notarlo? ¡¿Qué tenía que hacer! ¿¡Escribírselo en la frente, gritárselo a todo el mundo, enviarle una lechuza! ¡¿Qué tenía que hacer, maldición! (DETENIDO INDEFINIDAMENTE)

Le resultaba muy difícil recordar por qué lo había hecho. ―Era lo correcto, dijo sin saberlo realmente. Esperando que se hiciera justicia aunque jamás llegara a saber si tenía razón en considerar sus acciones como correctas.

No hay poder en las palabras hasta que el hombre se toma la tarea de otorgarles vida. O simplemente tendemos a darles el significado que nos convenga, ¿quién sabe? A veces, lo que pudiéramos considerar una cosa no es más que la otra. Como un juego.

Algunas veces la oscuridad puede persistir, si bien se rodee de gamas y matices de colores. Él sólo necesitaba a la persona correcta para ver esos colores que se ocultaban tras esa gruesa pared oscura.

Quizás fuera falso. Quizás jamás llegara a ser verdad. Quizás sólo fuera un disfraz, uno que oculta y tiene prisionera la verdad. Quizás…no fuera a durar mucho. Pero la alegría es infinita, aunque sea tan poca

El hombre tiene dos mitades. Su parte humana, aquel trozo de su alma que causa tranquilidad y es inofensivo para los otros, y su parte animal. No hace falta aclarar, que algunos hombres son más propensos a dejarse llevar por su lado animal que por el humano.

Ser un gran hombre implicaba tomar buenas decisiones. Ser un gran hombre era ser justo. Ser un gran hombre era olvidarse de sí mismo aunque doliera, agobiara hasta ser insoportable. Ser un gran hombre era hacer lo correcto

Ya no sentía dolor, el dolor se había ido. Al igual que él… Al igual que la pesadilla y esas crueles quimeras de lo que él le haría si alguna vez volvía a encontrarla. Estaban a salvo, todo había sido sólo una cruel pesadilla.

Porque ellos serían amigos, amigos de grageas de todos los sabores y de todos los primeros de septiembre en el Expreso de Hogwarts.

Era un dolor diferente a cualquier dolor que pudo haber sentido antes. Inexplicable y desconocido para Reyna, aunque las llamas de la desgracia que consumían su hogar le trajeran lágrimas. Un hogar que siempre resintió, sin embargo, ahí estaba: siendo destruido por unos enfurecidos piratas. "Ese es tu legado, mi niña. La destrucción y la devastación"

James ama su trabajo. No era lo que todo el mundo se imaginaba que el primogénito del Chico que vivió haría para vivir, pero James adoraba llevarle la contraria a las expectativas del mundo para con él. Y ese día, viendo un brazo que no dejaba de desvanecerse, escuchó las primeras sinceras palabras de aprobación de un total extraño.