Su seductora mirada no sólo era lo único capaz de cautivarlo, también su cuerpo glorioso que se balanceaba como si se tratase del vuelo de una mariposa, además, su perfume lo embriagaba cada vez que permanecía a su lado. Ella le seducía de manera inocente y estaba cayendo en su juego... ¿Pero quién podría culparlo? Su supervisora estaba jodidamente buena.
Giyuu apreció como su corazón se resquebrajaba a medida que el reloj avanzaba. Estaba atrapado entre una dolorosa realidad que lo azotó contra una tempestad que sólo quería romperlo. Ojalá Shinobu le hubiese dicho algo. La vida, podía ser tan dura y tan frágil al mismo tiempo, eso pensó mientras sostenía la fría mano de su esposa.*Lemon, advertencia para sensibles*
Sus corazones resuenan, se transforman, aman y desean. No podía ser de otra forma, desde el inicio algo fue diferente y ahora, lo único que les quedaba era continuar con la senda que su amor les indicaba. El futuro, estaba más cerca de lo que creían.
Shinobu y Giyuu tenían sus corazones repletos de deseos... Es sólo que no lo sabían.
En un mundo que intenta ponerse en pie después de siglos de guerra, la luz y la oscuridad emergen para terminar un ciclo incompleto. Dos enamorados destinado a luchar para matar al otro, un príncipe que desea parar una guerra y una princesa perdidamente enamorada que debe luchar por el bien de los suyos. La Oscuridad se enamoró de la Luz y el caos se desató.
Los ojos de Hinata son como la luna, el cabello de Naruto como el sol... y todos lo saben. Pero ellos piensan al revés: Para mí, Naruto-Kun es el sol y yo sol la luna. Para mí, Hinata es mi sol y yo, sólo su reflejo.
Cuando un demonio desea a una mujer no descansará hasta tenerla, es simple pero cierto. Pero, ¿Acaso esos ojos rojos que la visitaban cada noche querían decir que...? Hinata miró su vientre y después acarició el pelaje del zorro. En una dinastía de deber ella se removía en las cenizas de su roto corazón. Su destino había sido pactado sin darse cuenta.