Adrian era como el fuego, impredecible, rápido y letal, pero también tenía sus momentos de debilidad
La estatua del torreón de Margalar tiene extrañas vistas desde que terminó la guerra.
Adrian es su rayo de esperanza en medio de esa peculiar pesadilla, pero también es la llama que acabará haciéndole arder.
El fuego acabó con Alex, el fuego convirtió a Adrian en lo que es ahora, y sin embargo no tuvo la compasión de reducir el dolor y los recuerdos a cenizas.
Natalia está enferma y está rodeada por la oscuridad. Sin embargo, dentro de ella hay una voz; y le cuenta cosas.
Darío teme aquello en lo que puede llegar a convertirse, teme que eso lo aleje de toda posibilidad con Marina. Pero teme mucho más convertirse en su padre.
Alexander ya debería haber aprendido a no hacer promesas que no puede cumplir, pero cuando se trata de Adrian no puede evitarlo.
Pocas criaturas se atrevían a rondar por los entramados callejones de Rocavarancolia, pero ella se alimenta de los desgraciados, de los ingenuos que se acercaban a su morada, convocados por su llamada
Momentos de las vidas de Adrian, Alex y Maddie en Rocavarancolia. Drama (duh, es ECDLLR)
Después de toda una vida rodeado de desgracias, Darío llega a Rocavarancolia. Y descubre que todo eso no es tan malo como se había resignado a creer, ni tan bueno como tenía esperanzas de que fuera.
Alexander sabe que, si quiere seguir viéndose con ella, tendrá que complacer a Adrian.
Ella es vida. Letras, tinta, sílabas. Ella es día. Rubor, calor, venas en ebullición. El sí de existir, el no de morir. Ella es el arte. El arte de la sangre, el arte de los sueños, el arte de la guerra. Ella es el vértigo del riesgo, del peligro, del todo por todo y el nada sin nada. Y ella es más que un simple nombre: su amada.
Maddie decide que ha llegado la hora de que la bestia mate a la bella.
Tifón no podía evitar que escalofríos recorriesen su columna vertebral cada vez que pensaba que, de vez en cuando, el piromante le abría la puerta a su pasado; cada vez que pensaba que, cuantas más veces se abriese esa puerta, más oportunidades tendría de controlarle a su antojo.
A Adrián le hubiera gustado pasar más tiempo con él, pero a veces, el destino nos repara caminos diferentes a lo que habíamos pensado.
Soledad es estar solo, solo es no tener amigos, amigos son aquellos capaces de sobrevivir a su influjo maldito. Mas como Bruno no conoce tal, el innato deseo de vivir del ser humano muere en su interior, bañado de vergüenza y silencio. Porque la soledad es su consuelo, su condena; su sujeción, su esclavitud. –Dedicado a Kristy SR, por el Amigo Invisible del foro Bajo la Luna Roja
Ese edificio no estaba construido para albergar la felicidad, ni siquiera las habitaciones bajas que estaban llenas de luz, solo era lugar para mentes atormentadas y almas sin un lugar adonde ir.
La muerte persiguió a Bruno desde su mismísimo nacimiento. creció sin saber lo que era la estabilidad o tener una familia duradera, porque todos morían. A pesar de todo, seguía siendo un niño, y muchas muertes fueron necesarias para que comprendiese la terrible verdad de las creencias de su abuelo, que su mera presencia provocaba la muerte de los que le rodeaban.
Tres son los momentos que dejaron marca en la mente de Lizbeth para nunca irse, tres que la hicieron reconsiderar todo su mundo, aunque podría resumirlos en ella.
En un principio Marina no lo había creído posible, pero ahora no duda en que, aun estando en la ciudad de los monstruos, pueden ser felices.
Rocavarancolia estaba a salvo, prosperando diez años después de la derrota de Hurza y Harex. Pero no a todo el mundo le gustaba.
A veces lo único que logra distinguir entre los recuerdos es el dolor. Y, por alguna razón, esa maldita ciudad no quiere que olvide.
Rocavarancolia, y todo lo que hay en ella, está destrozando a Alex. Y lo peor es que Maddie no está segura de que pueda ayudarle.
Ser un demiurgo hace que uno haga cosas asombrosas, pero a un alto precio.
Da igual dónde mire Esmael; todo le recuerda que Rocavarancolia ya no es lo que era.